Los corredores y mediadores nos levantamos cada día con unos niveles de disrupción sin precedentes. De hecho probablemente estamos viviendo los momentos más excepcionales de nuestras vidas.

 

Estamos haciendo frente a nuevos retos desde todos los ángulos posibles que amenazan en muchos casos la viabilidad y supervivencia de nuestros negocios y organizaciones.

Estas disrupciones provienen no solo de competidores mas ágiles y adaptados, sino de la creciente y nueva regulación, cambios en los hábitos de los clientes y el contínuo desarrollo de nuevas tecnologías.

Y ahora se acrecienta con una crisis económica vaticinada como sin precedents.

No importa lo que sea, lo único cierto que se puede esperar es que el cambio esta ocurriendo en todas partes a gran velocidad.

 

¿Cómo estamos reaccionando a esta crisis 2020?

De momento sabemos que tenemos que sobrevivir, tomando medidas para gestionar la liquidez inteligentemente e interiorizando y comunicando los sacrificios que vamos a tener que realizar. Quien más quien menos ha hecho su test de resistencia, es decir, ¿hasta dónde voy a poder aguantar?

Además de lo anterior, muchos se están preguntando cómo tenemos que cambiar y cómo va a ser mi empresa en el futuro, en el largo plazo (siendo el largo plazo de aquí a un año o dos)

Ahora bien, ¿cómo pueden los mediadores tener éxito en el corto plazo (sobrevivir), mientras es necesario seguir invirtiendo en el largo plazo para mantenerse y prosperar?

Ahora los directivos y propietarios de correduría necesitamos tomar medidas para apuntalar los ingresos a corto plazo, pero esto puede comprometer la salud del negocio en el largo plazo.

Sin embargo, no tomar medidas para el largo plazo condena al negocio a la quiebra más adelante. Es la estrategia de dar la patada adelante a la lata para que siga rodando.

 

¿Cómo no perder lo que tenemos y salir reforzados para el futuro?

Lo que podemos aprender de otras crisis es que las empresas mediocres acaban perdiendo valor, las buenas acaban sobreviviendo, pero solo las muy preparadas salen reforzadas.

En todas las crisis hay ganadores y perdedores. Los triunfadores son aquellos que están bien preparados y toman decisiones tanto defensivas para preservar lo que tienen (sobrevivir), como de inversión en crecimiento futuro (prosperar). En definitiva, desde el primer momento están preparadas para poder asumir más opciones.

En general, los menos preparados suelen quedar inactivos y paralizados, se aprietan el cinturón para capear pobres resultados durante la crisis y esperan que una vez pase, todo vuelva a la normalidad.

Por otro lado las compañías mejor preparadas entran en las crisis con balances robustos, rápidamente cortan todo exceso de costes superfluos e identifican los proyectos clave en donde van a invertir fuertemente. Así que los primeros deberes son:

  • Hacer inventario de que costes puedo eliminar y reducir, sin que afecte negativamente al talento y activos diferenciales
  • Que procesos puedo simplificar que reduzcan costes y a la vez pueda cumplir con las obligaciones legales.

Además de lo anterior es necesario conocer el nivel de resistencia del negocio, es decir, hasta cuanto y cuando puedo aguantar si las cosas van mal:

  • Hacer test de resistencia del negocio: ¿hasta cuánto puede caer el negocio antes de tener que endeudarme o poder pagar los costes del mismo?
  • Controlar la posición de caja continuamente

Por último, se trata de establecer como retener los clientes actuales y cómo actuar para captar nuevos clientes que sustituyan a los que perderemos:

  • Establecer prioridades en relación a la defensa de cartera
  • Identificar nuevas oportunidades de captación de negocio en riesgos no trabajados hasta ahora
  • Optimizar los canales de venta, sobre todo ahora que los clientes son más digitales
  • Mejorar la experiencia al cliente, para hacerla aún más personalizable ahora que tendremos más competencia de canales directos